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miércoles, 8 de febrero de 2017

JAN TSCHICHOLD Y EL STYLING

JAN TSCHICHOLD

Jan Tschichold nació en Leipzig en 1902, hijo de un rotulista y pintor de letreros de origen eslovaco por lo que sólo formalmente puede considerarse a Tschichold como alemán. A los doce años visitó en Leipzig la Internationale Ausstellung für Buchegewerbe und Gaphik, más conocida como Bugra, que tuvo lugar en aquella ciudad en 1914 y que mostraba un panorama del diseño editorial alemán de aquel momento. Tschichold decidió convertirse en profesor de dibujo para lo que se traslado a Grimma, una ciudad cercana a Leipzig, donde podía iniciar sus estudios.
En los ratos libres se dedicaba al estudio de la caligrafía y conoció una traducción alemana del Writing & Illuminating & Lettering de Edward Johnston, que tanta influencia tendría en la Alemanía de aquel tiempo. También conoció la obra de Rudolf von Larisch sobre letras ornamentales y comenzó a interesarse por las técnicas para la creación de punzones lo que terminó por inclinarle definitivamente hacia el diseño de tipos de letra. Tras el consentimiento de su padre se fue a estudiar a la Academia de Artes Gráficas de Leipzig donde, a pesar de contar con tan sólo diecinueve años fue admitido como alumno de Herman Delitsch con quien aprendió caligrafía, grabado y encuadernación y le introdujo en los creadores antiguos: Palatino, Tagliente y Jan van de Velde.

MOVIMIENTO
Tschichold consideraba que la vida cotidiana estaba constantemente teniendo acercamientos a la imprenta y que estaba cada vez más en incremento, tanto expandiéndose a través de las distintas sociedades como necesitando más producción con el paso del tiempo. Esto tiene una relación directa con el uso de las tipografías ya que son la carta de presentación de muchos productos; desde libros hasta anuncios en las carreteras.
La tipografía va avanzando conjuntamente con la vida moderna, por esto en la antigüedad se le daba prioridad a la belleza tipográfica, entre más adornos tuviera, más complejidad, más detalle: mejor. Debido a que el hombre de aquella época poseía del tiempo de analizar y apreciar letra por letra lo obtenido, todo se manejaba de manera distinta a la de ahora. El hombre moderno vive apurado, no tiene tiempo para detalles y lee de reojo para encontrar algo que mínimamente llame su atención, se necesita productos prácticos para cumplir con las necesidades prácticas, sin perder la estética ni el sentido de belleza moderada.
Tschichold pretende irse a la forma natural de la naturaleza y la tecnología. Todo que inicie desde su profundidad, es decir de su significado. La belleza desde un punto de vista menos artístico y ornamental a uno más preciso y económico que evoque su uso. La creación es una mezcla de el fin que es concebido por todo tipo de tecnología (ya que, en su mayoría, es el cómo llegar al significado) y la búsqueda de la claridad y la pureza de la apariencia dada por la naturaleza.


RELACIÓN

Principalmente la relación de Jan Tschichold y el diseño de productos, le damos el sentido de las composiciones asimétricas que el habla, de igualmente que la funcionalidad es el elemento de importancia, da pautas atreves de la forma más breve, simple y urgente. También la práctica del diseño elemental como una urgencia que excluye los tipos de ornamentos, el uso decorativo-artístico no está en consonancia con la practicas, y la noción sobre el diseñador responda con la creatividad a las diferentes demandas.
La originalidad y la pureza formal, con lo que indicaba Jan Tschichold “para realizar un diseño tipográfico es permisible emplear todos los caracteres tradicionales y no tradicionales, cualquier forma de relación de plano y cualquier dirección de la línea. El único objetivo es el diseño: el ordenamiento armonioso y creativo de los requisitos prácticos. Por ende, no existen limitaciones tales como las impuestas por la postulación de conjunciones “permisibles” y “prohibidas” de tipos. La antigua meta única que tenía el diseño, era la de presentar una página “apacible”, también se revierte: somos libres de presentar un diseño “desapacible”.”  Lo que trata de darnos a entender es que el diseño en general se necesita de antecedentes, pero de igualmente modernos, lo importante es lo armonioso que este producto y la creatividad implicada, aparte que no tenemos una limitación de lo brusco que sea el producto pacifico, pero también que interactúe con el usuario.


STYLING

Es una filosofía del diseño nacida una vez finalizada la primera guerra mundial en 1918 que se enfoca en la concepción de un producto atractivo con el fin de poder ser vendido y prioriza el aspecto externo de los objetos. Trajo consigo una sobre población de productos, por esta razón el consumidor perdía su iniciativa y no sabía que elegir, aunque trata de acoplar el producto a su entorno siguiendo las pautas ergonómicas y funcionales.
Basándose en “El estilismo desbanca al racionalismo”. Además, llevo el concepto de aerodinamizar los productos, desde automóviles, ferrocarriles pasando por tostadores, refrigeradores, entre otro. Se opone al funcionalismo. Surge definitivamente después de la caída de la bolsa en 1929, con el objetivo de incrementar las ventas. Se puede definir como una modalidad del diseño industrial que intenta hacer el modelo superficialmente atrayente, para disfrazar eventuales fallas en la calidad. Está asociado a la expansión de la profesionalización del diseño en los Estados Unidos y responsable por la consolidación de la figura del diseñador como consultor de empresas, formando asociaciones con la industria norteamericana.


RAYMOND LOEWY

París, 5 de noviembre de 1893 - Montecarlo, Mónaco, 14 de julio de 1986. Fue uno de los diseñadores industriales más conocidos del siglo XX.
Aplicó y desarrolló la máxima de que lo feo no vende. El pionero del diseño industrial tuvo una importancia capital, tanta que hoy en día cualquier estadounidense entra en contacto con algún diseño suyo al menos una vez al día.
Algo que le llevó a perdurar en el tiempo a través de su idea de darle valor al producto. «Entre dos productos del mismo precio, con la misma funcionalidad y calidad, el más vendido es el más bonito», decía Raymond Loewy que pretendía cambiar los hasta entonces monótonos y nada pensados diseños. Una idea que acabaría por convertirse en una obsesión y en toda una filosofía de vida. A lo largo de su vida diseñó todo tipo de productos: barras de labios, frigoríficos, locomotoras, botellas de refrescos, coches e incluso naves espaciales. Y corroboró que su idea, la de que un buen diseño tan importante como el producto en sí en múltiples ocasiones, llegando a salvar a alguna compañía de la quiebra, y multiplicar incluso hasta lo increíble los beneficios de esa compañía.












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